Opinión del producto
Upsala
Por fin puedo caminar erguida con mi nuevo andador, sin tener que mirar al piso para evitar los baches y cosas similares. Mis nietecitos se dicen entre sí que se apuren para alcanzar a "abu". A mis 84 años, me parece un poco pesado para subirlo al portaequipaje, pero me las arreglo. Ya no podría estar sin él. Aún utilizo mi andador ordinario en los paseos breves por las tiendas y me doy cuenta de que ahora camino de forma más erguida incluso con ese. No saldría sin mi nuevo juguete, al que llamó Upsala, que en alemán es una exclamación cuando algo está por salir mal y, por supuesto, el lugar de donde proviene este maravilloso invento.
